En la historia argentina 1969 fue un año particular. Año riquísimo en acontecimientos fundantes de constantes históricas. Fue también el año de nacimiento de nuestra Cooperativa, aunque su gestación empezó mucho antes, y la electricidad llegó a las casas mucho después.
Hay que consultar las actas para reconstruir paso a paso la generación de este verdadero centro y motor del crecimiento barrial, y quien escribió esas actas recibió a esta revista, que nos informa sobre el acontecer cooperativo.
Las reuniones preparatorias para la creación de la Cooperativa eran verdaderamente interesantes por el choque de personalidades de muchos de sus promotores, entre los que había profesionales de gran nivel cultural y vecinos humildes.
La placa de bronce ubicada en el galpón, que recuerda al primer Consejo Administrativo, permite repasar esos nombres de hombres de fuerte carácter, quienes no cedían un “tranco ‘e pollo” en las polémicas, pero no nombra a quien desempeñó una función fundamental para que el proyecto se hiciese realidad: Mariana Payró.
Ella era la secretaria sin nombrar, la secretaria de hecho, a prepotencia de trabajo, como decía el escritor Roberto Arlt; la que ordenaba los papeles, organizaba los horarios, convocaba a las reuniones y todas esas funciones poco brillantes pero de las cuales depende el éxito o el fracaso de cualquier buena pero compleja idea.
Todavía vive Doña Mariana, y con sus 94 años conserva una mente abierta y un espíritu libre.
-Las placas, los homenajes, no te hacen justicia… Te borraron de la historia, le comenta el cronista, que para darle un color barrial muy necesario es el sobrino.
-Es bastante corriente que en las empresas sociales, comunitarias, las mujeres sean quienes ponemos orden y hagan los trabajos de organización, y los hombres, que sin ese trabajo se hundirían en papeles, se lleven los laureles.
-¿Recordás cómo eran las reuniones previas a la fundación de la Cooperativa?
-Perfectamente. Las primeras se hacían en casas particulares, porque éramos pocos… la casa de Simons, la de Pelayo, que eran mansiones hermosas; a la de Cullen, que quizás era la más linda de todas, y a mí me encantaba porque tenía muchas obras de arte extraordinarias, como quedaba muy lejos, y la calle Boote era de tierra y muy poceada, la dejábamos como última opción. Después, cuando el proyecto fue creciendo y muchos vecinos se fueron acercando para participar, convocábamos a las reuniones y asambleas en La Querencia, el parador de la Chevallier que quedaba enfrente de la Shell, que tenía un bar en un salón bien grande.
-¿Duraban mucho esas reuniones? ¿Se discutía?
-Se discutía como en cualquier conglomerado humano, donde siempre chocan intereses particulares. Obviamente en Loma Verde había personas muy adineradas, que tenían casas de fin de semana, que querían ser los primeros en tener el beneficio de la electricidad, pero también en el barrio había trabajadores, gente muy humilde, para los cuales el progreso que significó contar con el servicio fue mucho más importante para sus vidas cotidianas, que para los que venían a disfrutar de un buen asado los fines de semana.
-Y se daba la eterna disputa entre egoísmo y solidaridad…
Desde ya… pero para que cualquier proyecto se concrete es necesario que todos, unos y otros, coincidan en un objetivo. Los hombres discutían, proponían ideas, pero el papeleo, que era enorme, me lo dejaban entero a mí (risas). Fue una gran satisfacción que la electricidad llegara al mismo tiempo a las grandes quintas que a los hogares de familias trabajadoras, porque creo que eso deja una marca en las instituciones. Después de cumplir con el rol para el cual había sido fundada, la Cooperativa ayudó mucho en traer al barrio otros servicios, la Salita, después la Biblioteca, la visión institucional progresista se mantuvo, por lo menos hasta que yo no fui más, por mudarme. Me alegra muchísimo que la Cooperativa siga manteniendo el mismo espíritu. Yo hace mucho que no voy a Loma Verde porque me cuesta mucho moverme, pero los recuerdos de aquellos años son de los más lindos que guardo en mi larga vida.
Conmueve poder obtener un testimonio directo de hechos que son históricos para el barrio, que ocurrieron hace tantos años que se hace difícil encontrar un actor de aquellas gestas, concretadas en momentos muy difíciles, ya que nuestra Cooperativa nació durante el gobierno provincial dictatorial del gobernador Saturnino Llorente.